Escuela de Oración

La vida cristiana no se queda en un reconocimiento más o menos vago de que existe un Ser Superior, sino que se concreta en un trato personal, de amor, de amistad, con una Persona. Dios no es un ser lejano, que contempla con indiferencia nuestros afanes, sino un Padre amoroso, que sale a nuestro encuentro, que está deseando transitar junto a nosotros el camino de la vida. La oración es la esencia del trato con Dios de un cristiano, pues el amor a Dios se construye, como el amor humano, a base del trato cotidiano.

La vida cristiana queda reducida a muy poco si no aprendemos a hablar con Dios. Pero ¿cómo hablamos con Dios? Igual que hablamos con las personas que queremos, con una madre, con un amigo, con un hermano. Orar es hablar y escuchar, mostrar y contemplar, enseñar nuestra intimidad y dejarnos llenar por otra. Con Dios, podemos hablar de mil formas, tantas como personas distintas, pues la oración siempre es personal: contamos, meditamos, contemplamos, escuchamos, sentimos, recibimos,… De una buena oración siempre emana paz, ganas de ser mejor, más comprensivo, más cariñoso, más cercano a los demás.

En las páginas siguientes, el Papa Benedicto XVI nos transmite su experiencia en la oración, mostrándonos siquiera una parte del caudal insaciable que nos ofrece la Sagrada Escritura. Estas páginas están extraídas de las catequesis semanales del Papa, que habitualmente tienen lugar los miércoles en la plaza de San Pedro o el aula Pablo VI.